¿Sabes por qué cantan los pájaros cada amanecer?, ¿Cuánto llevas sin pararte a escucharlo?.
Puede que en la gran ciudad, incluso en urbes algo más pequeñas, el ruido de motores eclipse el canto de las aves. Cierto es también, que en muchos casos, quienes tenemos la fortuna de vivir en espacios más libres de contaminación acústica, nos perdemos ese concierto matutino, simplemente por las prisas que nos impone una sociedad enferma crónica de estrés.
Siempre me ha gustado la naturaleza, igual que a Alex, pero desde hace unas semanas, el gorjeo de los pájaros tiene para mí otro sentido. Tanto es así, que se ha convertido en un ritual diario pararme a escucharlo antes de iniciar cualquier actividad. Cierro los ojos unos segundos, y me concentro para oírles mientras tomo el primer café, quizá también el segundo...
Hace tiempo que echo de comer y beber en el patio a los pájaros que quieren venir a visitarnos, y ya sé que lo hacen por turnos. Las primeras en llegar son siempre dos palomas torcaces, después el resto. Se respetan o se temen, no lo sé, pero el orden se repite invariablemente. Es muy curioso, pero a poco que repares, te das cuenta de que podrías incluso poner nombre a cada uno de los gorriones o mirlos del barrio.
Decía antes, que ahora tiene para mí un significado distinto ese canto. Y es que hace unas semanas, un buen amigo me contó que los pájaros trinan por las mañanas activamente como una forma de pasar lista y determinar quienes han conseguido sobrevivir a la noche y a sus peligros.
No he querido verificar si es o no real, o si está científicamente demostrada esta teoría. Me gusta mucho la idea, sobre todo para entender que por muy duros que sean los días, si escucho ese canto, estoy en la lista de quienes han visto amanecer, y que cuento con un día más para tratar de cambiar algunas cosas que no son justas, para dejarle a mi hijo, y a otros niños con autismo, un mundo mejor.
¡Ya están aqui las palomas torcaces!
Creo que nos han nombrado:
¡¡Presentes!!
Último sorbo del café y a seguir...
(Foto de aita: Fernando Roldán y sus amigos los gorriones)
¿Sabes por qué cantan los pájaros cada amanecer?, ¿Cuánto llevas sin pararte a escucharlo?.
Puede que en la gran ciudad, incluso en urbes algo más pequeñas, el ruido de motores eclipse el canto de las aves. Cierto es también, que en muchos casos, quienes tenemos la fortuna de vivir en espacios más libres de contaminación acústica, nos perdemos ese concierto matutino, simplemente por las prisas que nos impone una sociedad enferma crónica de estrés.
Siempre me ha gustado la naturaleza, igual que a Alex, pero desde hace unas semanas, el gorjeo de los pájaros tiene para mí otro sentido. Tanto es así, que se ha convertido en un ritual diario pararme a escucharlo antes de iniciar cualquier actividad. Cierro los ojos unos segundos, y me concentro para oírles mientras tomo el primer café, quizá también el segundo...
Hace tiempo que echo de comer y beber en el patio a los pájaros que quieren venir a visitarnos, y ya sé que lo hacen por turnos. Las primeras en llegar son siempre dos palomas torcaces, después el resto. Se respetan o se temen, no lo sé, pero el orden se repite invariablemente. Es muy curioso, pero a poco que repares, te das cuenta de que podrías incluso poner nombre a cada uno de los gorriones o mirlos del barrio.
Decía antes, que ahora tiene para mí un significado distinto ese canto. Y es que hace unas semanas, un buen amigo me contó que los pájaros trinan por las mañanas activamente como una forma de pasar lista y determinar quienes han conseguido sobrevivir a la noche y a sus peligros.
No he querido verificar si es o no real, o si está científicamente demostrada esta teoría. Me gusta mucho la idea, sobre todo para entender que por muy duros que sean los días, si escucho ese canto, estoy en la lista de quienes han visto amanecer, y que cuento con un día más para tratar de cambiar algunas cosas que no son justas, para dejarle a mi hijo, y a otros niños con autismo, un mundo mejor.
¡Ya están aqui las palomas torcaces!
Creo que nos han nombrado:
¡¡Presentes!!
Último sorbo del café y a seguir...
(Foto de aita: Fernando Roldán y sus amigos los gorriones)