La ciencia parece haber encontrado una relación entre la fiebre y la mejora de algunas dificultades propias de las personas con TEA, como la interacción social o la comunicación.
Algo que ya muchos padres habían constatado en primera persona cuando sus hijos con autismo han pasado por episodios de fiebre alta, y han comenzado a comunicarse de forma más fluida e incluso a interaccionar con otros de una manera poco habitual, ha llegado al laboratorio de los científicos, y si bien queda aún mucho por investigar, parece que, no en todos los casos, pero sí en un numero destacado de ellos esta mejoría de síntomas es real.
La pregunta es ¿por qué sucede?, ¿qué puede significar o que caminos se abren para continuar investigando en esta línea?
Hoy hablamos de ello con el Doctor José Ramón Alonso, catedrático de la Universidad de Salamanca, investigador en plasticidad neuronal y divulgador científico en neurociencia.
La ciencia parece haber encontrado una relación entre la fiebre y la mejora de algunas dificultades propias de las personas con TEA, como la interacción social o la comunicación.
Algo que ya muchos padres habían constatado en primera persona cuando sus hijos con autismo han pasado por episodios de fiebre alta, y han comenzado a comunicarse de forma más fluida e incluso a interaccionar con otros de una manera poco habitual, ha llegado al laboratorio de los científicos, y si bien queda aún mucho por investigar, parece que, no en todos los casos, pero sí en un numero destacado de ellos esta mejoría de síntomas es real.
La pregunta es ¿por qué sucede?, ¿qué puede significar o que caminos se abren para continuar investigando en esta línea?
Hoy hablamos de ello con el Doctor José Ramón Alonso, catedrático de la Universidad de Salamanca, investigador en plasticidad neuronal y divulgador científico en neurociencia.